martes, 29 de mayo de 2012

Zurbarán

Zurbarán:
Es un amigo de Diego de Velázquez que destacó en pintura religiosa en la época del barroco y su arte revela una gran fuerza visual y un profundo misticismo(designaría un tipo de experiencia muy difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de unión del alma humana a lo Sagrado durante la existencia terrenal).Su estilo fue evolucionando con el fin de  aproximarse a los maestros manieristas italianos(Caravaggio por ejemplo).Sus padres fueron Luis de Zurbarán, comerciante acomodado, e Isabel Márquez, quienes se habían casado en la localidad vecina de Monesterio el 10 de enero de 1588. Otros dos importantes pintores del Siglo de Oro nacerían poco después: Velázquez (1599-1660) y Alonso Cano (1601-1667).
Características de sus obras:
- Vocación naturalista: desde sus primeras obras se observa el ansia por pintar y captar con realismo las telas (rasos verdes, rojos, terciopelos, bordados, y sobre todo las telas blancas: las figuras de sus monjes suelen ser monumentales gracias a la simplicidad y precisamente es, además de pintor de frailes, un gran pintor de naturalezas muertas, de composición sencilla y clara (por yuxtaposición de objetos).
- Aunque sus figuras de alta categoría divina las interpreta con trazos de escasa variación, lo mismo que para las femeninas crea un ideal de belleza, el resto de personajes (pastores, gente del pueblo, santos o sus acompañantes, religiosos) son de gran realismo, verdaderos retratos que hacen vivir el espíritu del personaje al que encarnan.
- Se mantuvo siempre dentro del tenebrismo, pero es un tenebrismo muy peculiar, muchas veces los fondos no son totalmente obscuros: contrasta la escena de primer plano con un segundo término de muros o columnas en sombra.
- Coloca personas y cosas más yuxtapuestas que unidas entre sí. La escena casi siempre se desarrolla en un primer plano y los personajes casi no dejan espacio libre.
- En sus numerosos cuadros de frailes, pinta la vida corriente monacal (actos de caridad, humildad, tentaciones…) y, sobre todo, escenas en las que los santos/as y público beato, son recompensados con la presencia o aparición divina. Todo ello lo hace sin grandilocuencia ni teatralidad, pero con un tono solemne, grave, sincero, sentido; es decir, el fervor religioso aparece en él totalmente humanizado y comprensible, sereno y no afectado

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